Esta vez sus ojos buscaron encontrarse con la vieja Bohemia. Sus torres esbeltas terminadas en finas agujas, sus cúpulas de aire oriental, sus iglesias, sus palacios junto a las casas de colores pasteles de sus calles sinuosas y pintorescas le otorgan ese aire de cuento infantil leídos en su niñez. Caminar por sus calles era lúdico y ensoñador. La ciudad vieja, con su reloj astronómico, la plaza, el castillo, la ciudad pequeña, la calle del oro. El barrio judío con sus sinagogas y cementerio hablanban del pasado. El río Moldava veía pasar la historia. Una historia cargada de guerras e invasiones pero también de música y literatura. Sabía que a él también le hubiese gustado y cuando el magnifico organo de la iglesia Clementina sono llenandola con sus acordes y después la soprano con un delicado lirismo entonó el Ave Maria de Gounod supo que él sonreía junto a sus labios.