Los pequeños pueblos se sucedían colgados de las altas laderas a orillas del lago. Al fondo se dibujaban las cumbres de los Alpes. Todo encajaba en perfecta armonía; ofreciéndole el encanto evocador de un cuento. La imaginación podía volar e inventar historias o quedarse quieta llenando la mirada con la belleza que a sus ojos le brindaba el lago de Como. Suspiró y pensó en él. Le hubiese gustado, estaba segura y a ella compartir junto a él esa hermosa tarde de primavera.
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