jueves, 20 de noviembre de 2014

Provincianos

Ella tenía el aire de una mujer que aunque no habiendo cumplido los sesenta parecía mucho más avejentada. Sin atractivo alguno y un gesto que pretendía ser simpático no lograba más que parecer lo contrario. Todo hacía pensar en una mujer rígida que manejaba con mano de hierro su mundo. De él lo primero que vio fue la demasiada larga gabardina para su escasa altura. Al fijarse detenidamente en su figura le pareció estar frente a un guito de aceituna. Era un hombre feo. Pequeño, insignificante de una nariz prominente y gruesa, ojillos profundos y una expresión de roedor desagradable. Se dirigieron hacia ella con cierta superioridad de los que creen pertenecer a "los de toda la vida". Algunas de las preguntas que le hicieron mostraron su curiosidad mezquina e impertinente carente de sagacidad al no saber observar ni valorar a su interlocutor. Era curioso que no se hubiesen desprendido, a pesar de su trayectoria, de ese lastre mediocre y poco abierto de su pequeño mundo provinciano. 

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