Al entrar al mercado la envolvió el mágico sonido de la marimba, la quitarrita, la charrasca y los timbales.Tocaban con ritmo y maestría. Pero al acercarse vio al humilde conjunto que lo formaba. Un padre y sus tres niños. Observó sus rostros impávidos e inexpresivos como ausentes, resignados. Lejos muy lejos de la alegre música que ejecutaban. Le dolió el alma. Aquel conjunto era el fiel reflejo de la desesperanza.
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