Cuando la pena
la deja respirar,
cuando la embarga un leve
sosiego, cuando las lágrimas dejan de fluir logra en
medio de su
tristeza algo de
tranquilidad. Su mente
descansa sin pensar.
Deja transcurrir el
tiempo en silencio
sin preguntas ni
respuestas. Entonces su casa se
torna dulce, la
cobija con cariño
y se siente
bien en medio
de su soledad y
puede vivir y
dejar de morir.
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