La campa de un verde intenso salpicada de pequeñas flores silvestres amarillas, con el monte velado por una fina bruma como fondo, la llenó de melancolía. Sus ojos se humedecieron y rodó alguna lágrima por lo mucho que perdió cuando lo dejó ir al viento con pétalos de camelias rojas. Pero volvió a sentir lo que cada vez sentía con más fuerza. Había vivido lo más intenso y profundo de una vida. El resto no importaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario