domingo, 18 de octubre de 2015

Bagels

El barrio era bohemio. La calle era estrecha. Los edificios de tres alturas antiguos  algo destartalados con en sus bajos comercios también algo desvencijados. En medio de la calle tenderetes de frutas y verduras cuyos vendedores voceaban sus excelencias. Otros vendían viejas sillas, mesas y espejos de un estilo inclasificable pero que curiosamente llamaban la atención. En medio de ese trajín de gente variopinta se formaba una fila larga que esperaba para comprar en la panadería judía.
Menos mal- pensó - que se mueve con agilidad.
La espera no se haría muy larga. Pronto traspasó la puerta de la tienda. Parecía sacada de una película de emigrantes judíos polacos o rusos en el New York de los años 30. Toda una familia trabajaba a destajo. Los hombres en el obrador haciendo bagels, las mujeres atendiendo. EL mostrador largo y sucio, las estanterías viejas y descuidadas se llenaban y vaciaban constantemente. El ritmo de venta era increíble. El ambiente fuera del tiempo y del espacio.
Al salir llevaba entre sus manos un bagel con salt beef y pepinillos. Miró hacia arriba y curiosamente no demasiado lejos pudo ver la punta del Shard rozando las nubes. Todo eso también era Londres.
  

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