La mañana era algo brumosa. Mis pasos rápidos, como todos los días, recorrían el paseo casi desierto a esas horas. Levanté la mirada y entre las nubes blanquecinas surgía un arcoiris.
Pensé en ti, Donna. Quizás ese arcoiris era tu alma. Quizás se unía en el horizonte a ese mar, a ese cielo,a ese infinito.
Donna, formarás parte de la historia de mis recuerdos como la persona dulce y agradable que siempre fuiste conmigo.
De nuevo mis pasos, rápidos, siguieron su camino.
Mientras el arcoiris se desvanecía en el horizonte.
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