No había vuelto desde entonces, desde que se fue. Sinembargo había aceptado encontrarse allí. Aunque mientras iba en el metro sintió deseos de llorar y sus ojos se humedecieron. Pero pensó que debía hacerlo. A ella también le gustaba y era también su historia. Así que hizo el camino que tantas veces hizo con él. Seguía siendo tan
agradable como cuando
fue por primera
vez. Pocas mesas bajo la cúpula acristalada
del patio interior.
No muchos turistas,
solo los conocedores
del encanto del
palacete de la
Wallas Collection. Siempre con,
además de su
propia colección, alguna exposición interesante.
Muchas veces se
habían acercado a
disfrutarla o, simplemente
a tomar un perfumado té
con exquisitos
scones acompañados por
deliciosas mermeladas de
frutos rojos bajo
la cúpula. Sentados
tranquilos hablaban mientras
un ir y venir
de personas educadas
y silenciosas les
rodeaban sin apenas
hacerse notar. Se
sentó muy cerca
de donde lo
hizo la última
vez con él. Pero esta
vez acompañada por
quién como ella
había perdido parte
de su vida
y con quién
unos años atrás
habían tomado los
cuatro juntos el
té en ese
mismo lugar. Entonces hablaron
de música, de
viejos recuerdos de
familia y de
verse cuando regresasen.
Pero los dos
se habían ido
cruelmente en poco
tiempo; dejándolas desoladas.
Ahora ellas, sentadas
tomando un té
en la Wallas
Collection se comprendían
en su pérdida sintiéndose muy
cercanas; naciendo entre
ambas un vínculo
especial.
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