De nuevo comprobó que donde mejor estaba, a pesar de no ser fácil, era en su mundo de recuerdos. Así que esa mañana sintió la necesidad imperiosa de escuchar las melodías de las óperas que tanto amaba, Tosca, Aida, La Boheme. Prefería una vida retirada y escondida lejos donde no le alcanzaran las palabras vacuas que hablan por no callar. Así pudo poco a poco calmar su alma en el rincón perdido de su soledad.
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