miércoles, 16 de octubre de 2013

El Café


Sentada frente a una taza de té en la pequeña mesa del café ve transitar la vida. Aunque la invade la melancolía hay algo de calma en su espíritu. Tal vez sea el ambiente coqueto del café francés o las personas que la rodean con esa sencillez elegante de quien no tiene nada que demostrar. No tiene prisa. Nadie la espera. El tiempo se paró para ella aquel día. Desde entonces lo ve pasar unas veces con su dolor a flor de piel otras, con esa calma ausente pero, siempre preguntándose hasta cuando podrá soportar la certeza de que su vida pasó y ahora solo le queda verla, como hoy, tras los cristales del pequeño café de Paul sintiéndose sumergida en esa calma ausente en la que escribe.

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