Ya no quedan hojas en los álamos. Todas han caído con los últimos vientos dejándolas en el pequeño jardín como una alfombra tupida y ocre. La tarde fría y gris invita a buscar en la televisión alguna película para pasar la tarde. Hubo suerte; Regreso a Hawardend y El País de Nunca Jamás. Las habían visto muchas veces disfrutando los dos de todos sus matices. Encontrando cada vez nuevos detalles que las hacían más hermosas. Esta vez no fue distinto su alma se reconfortó al verlas y como le pasaba siempre se sintió cobijada y abrigada por ese mundo que fue el de los dos.
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