Los días por fin regresan con su apacible cotidianidad sencilla y simple. ¡Hermoso otoño¡ Su dulce temperatura, sus rayos de sol que acarician ofrecen la esperanza de una nueva vida.
Por fin tus ojos se abren sin miedo sosegados. Tus labios esbozan una pequeña sonrisa y tu gesto se relaja alejando la crispación que tu cara reflejaba. Tu mano tiernamente busca la mía y escucho tu voz cada vez más segura. Poco a poco dejamos atrás el dolor y el miedo. Las pavorosas olas que nos envolvían queriendo engullirnos y los horribles monstruos que pretendían devorarnos desaparecen y la tempestad da paso a la mar en calma.
Hemos vuelto a ver los pequeños veleros navegando por el abra. Despacio apreciamos más que nunca la belleza de lo pequeño. Temblorosos, con la emoción a flor de piel nos miramos comprobando que de nuevo la vida nos brinda su luz.
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