Desde el amplio ventanal de esta habitación que se ha convertido en mi casa, veo el despertar de estos dulces y luminosos días de otoño . Cuando descorro las cortinas , la iglesia de San Pedro de Deusto con sus arcos ojivales ligeramente labrados , apoyada en la colina verde junto al hermoso y viejo árbol que se yergue a su lado me dan los buenos días. Su armonía y su encanto me ofrecen el aliento necesario para seguir otro día junto a ti. Avanzando centímetro a centímetro. Días y noches sin salir de aquí pendiente del menor de tus gestos. Viviendo al compás de las entradas de los médicos, enfermeras, medicamentos, timbres y lamentos.
Por eso cuando tú puedes cerrar los ojos y duermes yo junto a ti hago lo mismo. Duermo cuando tu duermes y vivo cuando tu vives.
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