Tal vez me ganen la partida. Tal vez logren derrotarme. Tal vez acaben con mis fuerzas. Cuando por las mañanas temprano abro los ojos a los tristes amaneceres de invierno me embarga un inmenso cansancio. Lo peor no es la pena de saber que la muerte se acerca que desde hace meses tiene la partida ganada. Lo más duro es el inmenso desgaste de la lucha casi diaria contra el sistema que hace del enfermo un número sin tener en cuenta su peculiar situación. Médicos que siguen los protocolos sin dar explicaciones, sin por un momento darse cuenta de a quién tienen delante ignorando las capacidades de su interlocutor. Médicos que ante un enfermo condenado no se implican al ser este un lastre y no el éxito de una curación sin darse cuenta que la grandeza en estos casos está en acompañar y sostener. No culpo, ni condeno tan solo expreso mi sentimiento de abandono y abatimiento.
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