Un sol tímido
calentaba el lado derecho
de la High Street del
barrio. Las pequeñas
tiendas de todo tipo trataban
de atraer a
la clientela con
sus escaparates y
rebajas navideñas. Estaba
claro que la
crisis les hacía
adelantarlas para así
animar las ventas.
No así
la carnicería, la pescadería y
la quesería que lucían sus
mostradores repletos de viandas,
pescados y mariscos
y cientos de
tipos de quesos
que eran la
delicia de su
clientela paciente haciendo
cola para más
o menos llenar
sus mesas navideñas. En
dos esquinas vendían
abetos y en
los puestos callejeros
preciosas coronas para adornar
las puertas. Iba sola,
como casi siempre
ahora. Acababa de
tomarse un chocolate
caliente y un
croissant en el
pequeño y
coqueto café de “Ches
Paul” .
A pesar de
su nostalgia le
fue agradable el
paseo y observar
la cotidianidad de
la simpática calle.
Siempre les había
gustado caminar y
sencillamente mirar. Sentarse
en “Ches Paul”
y charlar de
sus cosas mientras
veían la gente
pasar. Ahora callada
sin nada de qué hablar
veía la vida pasar
con sus sueños
de navidad.
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