Entre poderosas rocas quizás de origen volcánico bañadas por una espuma blanca y pura se dibujaba la pequeña bahía. Su arena oscura y suave como una piel morena y su mar verde y apacible la atrajo con su sensual encanto. Así la recibió el Pacífico enamorando su alma con una mar inmensa y una playa enteramente a ella.
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