Siempre le es
agradable caminar o pasearse por
el hermoso parque. Esta
mañana lo es especialmente.
El sol brilla
en un cielo
azul nítido. Las
pequeñas ardillas corretean
entre los árboles.
Los patos tranquilos
nadan en el pequeño lago.
Las madres pasean
o juegan con
sus niños y
en el cafetín
frente al quiosco,
en medio del
parque, se sientan
al sol quienes pueden disfrutar
de la hermosa
mañana de los
últimos días del
verano. Ella camina
a paso rápido
al tiempo que
siente como una
caricia ese sol
casi otoñal. Quiere no recordar cuándo con él gozaba de parecidas mañanas. Mira
a quienes como
ella pasean su
soledad y observa
que buscan compañía
en juegos o
llamadas de sus
móviles, en la
música que les
acompaña o
en el libro
en el que
se sumergen o con otros tan solos como ellos. Ella
nunca los necesitó ,
siempre le tuvo
a su lado.
Juntos caminaban. Juntos
se sentaban al
sol tomando un té;
callados o hablando de
aquello que amaban
o les interesaba. Ahora sola
una y otra
vez se pregunta
qué hará para encontrar
la razón para
que esa hermosa
mañana casi otoñal
tenga sentido. No
quiere ser una
de esos que
ocultan su vacio
en diferentes compañías
que no son
más que mediocres
parches de unas
vidas frustradas. Aunque
de tanto negarlo
acaben creyendo que sus vidas
vacías son perfectas.
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