El otro día me
decía que para ella la
vida era compartir. Amar
las mismas cosas,
gozar de las
mismas cosas. Adivinar
en los ojos
del otro. Llorar
y reír con
el otro. Al
decírmelo sus ojos
oscuros y cansados
miraban con tristeza. No
encontré palabras para
su consuelo. Mejor
es callar. Comprender
en silencio su
dolor. Sin consejos
que no ha
pedido ni brusquedades
que la hieren.
La vida no
sigue. La vida
se cortó. Solo
ella puede saber
la oscuridad de
su pena. Solo
se le puede
ofrecer el cariño
de comprender su
sufrir y la
compañía amiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario