Tenía miedo. No sabía si me iban a flaquear las fuerzas. Pero no fue así. Los recuerdos no me hirieron ni me hicieron daño ante el hueco de tu ausencia. Fueron dulces envueltos en un halo de ternura. Seguí tus pasos. Recorrí los rincones que tú más amabas. Fue como ir contigo de la mano. Volví amar a esa hermosa ciudad como siempre la amamos. Como cuando jóvenes y llenos de pasión y sueños sus piedras doradas abrazaron nuestro amor. Como tantas veces después nos paseamos ya alcanzados los sueños y mucho camino andado. Tal vez algo dolidos y más descreídos siempre encontrábamos en ella la magia y el misterio que nos hacía comprender que el amor que nos unía era hermoso y mágico como sus piedras doradas colgadas en el tiempo. Ayer me acompañaste. Mitigaste el dolor de tu partida y juntos sonreímos escuchando al unísono el latir de tu corazón en mi.
miércoles, 2 de mayo de 2012
Salamanca
Tenía miedo. No sabía si me iban a flaquear las fuerzas. Pero no fue así. Los recuerdos no me hirieron ni me hicieron daño ante el hueco de tu ausencia. Fueron dulces envueltos en un halo de ternura. Seguí tus pasos. Recorrí los rincones que tú más amabas. Fue como ir contigo de la mano. Volví amar a esa hermosa ciudad como siempre la amamos. Como cuando jóvenes y llenos de pasión y sueños sus piedras doradas abrazaron nuestro amor. Como tantas veces después nos paseamos ya alcanzados los sueños y mucho camino andado. Tal vez algo dolidos y más descreídos siempre encontrábamos en ella la magia y el misterio que nos hacía comprender que el amor que nos unía era hermoso y mágico como sus piedras doradas colgadas en el tiempo. Ayer me acompañaste. Mitigaste el dolor de tu partida y juntos sonreímos escuchando al unísono el latir de tu corazón en mi.
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