Me comentan: se suicidó. Además de entristecerme la noticia por trágica y dolorosa pienso que no es cierta.
EL suicidio es un hecho que con libertad decidimos. Eso implica también serenidad. La capacidad y lucidez para tomar la decisión de abandonar la vida por motivos razonados. Decidimos hacerlo ante una enfermedad sin salida que no podemos afrontar a través de una lucha sin cuartel y absurda que puede que nos dé algún tiempo más pero no plena vida. O, por haber llegado a una edad hasta ese momento de calidad y ante la decrepitud y cumplida la tarea decidimos decir adiós.
Pero cuando la mente traiciona, cuando enferma nos lleva por senderos oscuros , donde la niebla lo invade todo y nos impide mirar las pequeñas cosas hermosas que nos rodean en medio del desaliento; entonces no es cierto que hayas querido irte. Simplemente la enfermedad te ha arrastrado con ella. Te has ido envuelta en su capa chillona y sus carcajadas siniestras.
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