El tren avanzaba en
medio de un
paisaje blanco y puro. Mientras él
tras la ventana
lo vía pasar,
sus miradas se
cruzaron por un
instante. Era la
primera vez que
le sucedía. Lo
habitual era apenas
ver las caras
de los pasajeros que
ante la vieja
estación pasaban en
los trenes que
ya no paraban en
ella. Quizás fuese
la nevada que
había convertido todo
en un sueño
blanco intemporal que
hizo que aquella
mujer mirase con
esa intensidad. Fue
como si una
descarga eléctrica atravesara
su cuerpo. Sintió
un dolor profundo
y una inmensa
tristeza. Esa noche
soñó que el
blanco paisaje se
teñía de un
parduzco oscuro y sucio.
Más tarde supo
por las noticias
que una mujer
se había tirado
del tren al cruzar uno
de los viaductos
cayendo como una mancha
oscura en medio
del blanco paisaje.
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