Le es tan
agradable caminar
por el parque,
tan apacible el
entorno y tan
cálida la mano
del niño que
toma la suya
que el sosiego
la envuelve y
su mirada se
pierde entre los
verdes espacios y
frondosos árboles. Las
voces infantiles que le
dicen “abuela te
quiero” y la
sonrisa traviesa de
complicidad al comprarles
un “petit pain ou
chocolat” recuerdo de
su infancia que
ahora formará parte
de la de
ellos junto a ese beso
perdido y al
pequeño abrazo de
niño son las
únicas ternuras que ahora recibe.
Ellas consuelan
un poco su
alma del inmenso
vacío, blanco e
infinito como esas
nubes que se
sobre vuelan entre
un cielo azul
y una tierra
que no se ve y así en
medio de ese limbo que
la rodea pudo
percibir un pequeño
rayo de vida
y sonrió.
1 comentario:
me alegro por ese halo de sonrisa en tu boca.
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