Las cosas más
sencillas se convierten
en difíciles cuando siempre
las has compartido.
Cuando juntos se disfrutaba de
todo, hacerlo
solo carece de
sentido. Cuando todo se
ha hecho a
dos, el uno
es perder la
alegría, el deseo,
la complicidad para
entrar en la
apatía y la
indiferencia. Los colores,
los olores y
los sabores son
anodinos. No tienen
el mismo brillo,
ni perfume, ni
llenan el paladar.
Te invade
la melancolía y
la certeza de
que tu tiempo
pasó.
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