Oscura, de un
verde azulado se
ofrecía a sus
pies con todo
el misterio de
su pasado volcánico.
Una vegetación espesa
y cerrada baja
hasta ella y
el dibujo casi
perfecto de su
círculo le añade
aún más misterio.
Al levantar la
vista de la
boca de la mágica
laguna callada pero
evocadora, ante sus
ojos se alzó
el viejo volcán
roto, al enfurecido
expulsar parte de
sí mismo. A
lo lejos el
inmenso mar de
plata del gran
lago cubría el
horizonte. Desde la lejanía
parecía emerger de sus
aguas, como una
lengua verde y
exuberante los restos
del volcán formando
las isletas. Y
pequeñas, como en una pintura
primitivista las cúpulas
blancas y los
techos de tejas de la
antigua ciudad aparecían entre
el verdor y
el lago. El cielo azul
y el viento la
acompañaban y así
contemplando la belleza
infinita del lugar
sintió como su
magia la envolvía
haciéndola volar dulcemente
hacia ella.
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