El camino polvoriento
y lleno de
baches puso a
prueba sus espaldas
y al vehículo que
bajaba en segunda
transmisión hacia la
dormida y bella
laguna azul; recuerdo
de un volcán
muerto. Tras la
última curva en
un giro inesperado
se abría la
entrada de aquel
perdido y bello
rancho en medio
de una exuberante
vegetación cuajada de
flores; abierto a
la laguna. Enfrente
solemne los observaba
el Mombacho mudo
en su vejez.
Se dibujaba nítido
en el fondo
limpio de nubes
de un cielo
tropical, haciéndolos ver
que aún guarda
su regia figura.
La laguna los
invitó a entrar
en ella para
así sentir aún
más su salvaje
hermosura que habla
de tiempos pasados
de fuerza y
poder; cuando reinaban
el volcán y
la laguna.
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