Los montes verdes
y el mar
infinito y dormido
la miraron con
la dulzura de
quien comprende su
melancolía y nostalgia.
En silencio le
dijeron que todo
estaba ahí que,
nada se ha
perdido. Que cada
uno de sus pasos están
para siempre suspendidos
en el tiempo.
Que son suyos
que nadie podrá
robarlos. Que no
tenga miedo. Que
llegará el día
en que simplemente
se quedará, ella también,
suspendida en el
tiempo.
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