Regresaba a casa
cuando al parar
en el semáforo
en rojo sin
saber porque miró hacia la
cafetería. A su
memoria llegó la
imagen nítida de él sentado
en la mesa
del fondo esperándola.
No solían ir a menudo
tan solo habían
quedado allí alguna
que otra vez. Vio su
sonrisa y su
mirada enamorada y
dentro de ella
surgió todo el
dolor inmenso de
su pérdida. Siguió
conduciendo ausente
y dolida hacia
su casa. A
medida que se
acercaba el dolor
de su partida
era mayor y
al abrir la
puerta las
lágrimas brotaron y
de nuevo sintió
la herida abierta
de su infinita
ausencia.
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