Han pasado muchos
años desde que lo vió por primera vez. Sin embargo el negro de
la lava, el
rojizo de la
tierra y el azul
verdoso del mar
reventando entre las
rocas volcánicas le siguió pareciendo muy especial . Aunque
hay algo como en aquel entonces que
le resulta extrañamente
inquietante en ese paisaje de volcanes muertos, estériles y desnudos, azotados
por los vientos y
perdidos en medio
del atlántico. Son como los oscuros cíclopes y monstruos
misteriosos de las viejas leyendas que en medio de su extraña belleza arrastran una profunda sensación
de pérdida y soledad.
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