Se despierta
cada mañana con la
misma sensación de
indiferencia. Sin embargo
se ocupa de su economía,
lee la prensa,
escucha la radio,
hace ejercicio, va
a la compra.
Sigue sin saber
muy bien porqué.
Llamándose unas veces
cobarde y otras
sin llamarse nada. Solo con
la naturaleza salvaje
ha encontrado la
comunicación perfecta. Unida a ella
de forma total.
Las dos solas,
las dos juntas,
las dos para
siempre. Nada rompía la armonía, ni la incomprensión
de las palabras,
ni los gestos
fríos y distantes,
ni los consejos
no pedidos, ni
las opiniones no buscadas, ni
los mal entendidos.
Ahora lejos de
esa naturaleza se
oculta en la
indiferencia de su vida. Sabiendo
que poco o
nada encontrará fuera
de su fuerza
y pureza.
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