Qué fácil es cerrar los
ojos para no
ver. Girar la
cabeza para no
escuchar. No querer leer
para no comprender los
gritos de auxilio
que las palabras
expresan. No prestar
atención a quien
está rogando el
calor de unos
gestos sencillos para
poder sentir un
poco de vida.
Tendrá que gritar
más fuerte. Tendrá
que perder la
razón. Tendrá que quizás
morir para que entiendan
que se siente
abandonada.
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