Por fin el
sol golpeaba con
fuerza en la
ventana. La primavera
llegaba y aunque
sabía que levantar
la persiana y
dejar entrar los
rayos cálidos del
sol la iban a llenar
de dolorosos recuerdos;
lo hizo. Las
lágrimas acudieron a
sus ojos. No pudo evitar
recordarlo frágil y
sufriente con gran
esfuerzo llegar hasta
la habitación luminosa
para sentir por
muy poco tiempo
ya la suave
calidez que aquellos
rayos de sol
le brindaban. Permanecía sentado
en silencio tratando
de no pensar
y descansar sabiendo
que la muerte
estaba junto a él, que muy
pronto los dejaría,
que eran sus últimos días. Se iba,
se moría. Ahora a ella se le quiebra el
alma ante su
amor perdido mientras
los rayos del
sol iluminan la
habitación vacía.
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