Nunca había prestado
demasiada atención a
la voz que
avisaba de tener
cuidado al bajar
o subir del
metro londinense, hasta
que escuchó la
noticia. Esa voz
era la vida que diariamente
escuchaba la anciana
viuda. Para ella
eran los buenos
días, cómo estas mi amor,
cuídate mucho. Por
eso cuando esa
mañana oyó otra
voz dando el
aviso creyó morir
de nuevo. Llamó
desesperada a la
dirección del metro
rogándoles que no
la dejasen sin lo único
que le quedaba
de él. Conmovidos
por el amor
de la anciana
por quien fue
su marido han
dispuesto remasterizar la vieja grabación
y ponerla en la estación
de metro más
cercana a su
vivienda, de esa
manera la podrá
escuchar todos los
días e imaginar
que aún está
con ella y
la cuida. Comprendió tanto a
esa anciana que
rodaron lágrimas por
sus mejillas y
no se sintió
tan sola. Ella
también escuchaba una y otra
vez su voz.
No quería olvidarla,
no quería perderla.
Quería oírla todos
los días como la anciana
del metro londinense.
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