viernes, 5 de agosto de 2011

El Secreto de Anabela

Don Reimundo ya tenía sus años cuando encontró a la que iba a ser su tercera esposa. Las otras dos, las pobres, se le habían muerto. La primera después de darle seis hijos. La segunda después de habérselos criado. En fin las dos le habían sido de gran utilidad. Pero esta vez era distinto. Anabela se salía de todos los moldes conocidos por él. Aunque en honor a la verdad, estos no eran muchos. De mujeres don Reimundo  sabía poquito. Sin embargo de lo que sí estaba seguro era que Anabela quería vivir. Anabela era hermosa, amante de la vida y sus placeres, además de culta y educada. Era lo que él necesitaba.
Por su parte Anabela, viuda también, no quería ver pasar sus días en soledad. No quería sentir el dolor del vacío y la añoranza de una vida amada. Sentía el vivo deseo de ser aún  la protagonista de su existencia.  Juntos sentirían de nuevo la alegría de vivir y el sosiego de la dulce compañía.
La vida, a veces, ofrece entre el dolor y la muerte una oportunidad que aunque  lejos de lo perdido nos hace volver a sonreír, poder continuar  y encontrar otra vez el placer de la vida.

No hay comentarios: